CONJUNTO
JUAN DE LA BARRERA

Colonia Condesa,
Ciudad de México

  • Vivienda urbana
    Reciclaje patrimonial

  • Fase 1: 2021
    Fase 2: 2022

  • Área total construida: 21,506 m2
    Jardín: 2,672 m2

  • Rafael Gamo

La unificación de cinco predios en la intersección de las calles Juan de la Barrera y Cuernavaca de la colonia Condesa escenificó la proyección de Conjunto Juan de la Barrera.  Ámbito residencial que armoniza el pasado patrimonial de la ciudad, con la redensificación de su presente, y tesis de acupuntura urbana que celebra —y simultáneamente recapitula— veinticinco años de vivienda promovida por el taller de arquitectura JSa en la misma manzana que cobija su proyecto fundacional: Conjunto Veracruz (1996–2002).

La preexistencia de una fachada y dos casas patrimoniales insertas en un exuberante jardín de árboles maduros, posibilitó la integración de seis torres residenciales en torno a un espacio verde colectivo que produce innumerables oportunidades para relacionarse con el vecindario, al tiempo que ofrece un santuario de serenidad ante la intensidad de la ciudad. Una intervención que en conjunto representó el sincretismo entre la rehabilitación de los inmuebles de valor artístico, la preservación y expansión de áreas verdes, y la integración consciente del conjunto a su tejido urbano de escala barrial.

La primera torre (A) inaugura el conjunto desde la calle Cuernavaca con la integración de una antigua fachada de relevancia histórica como punto de acceso peatonal al poniente del predio. Su frontis híbrido se completa con un porche de acceso vehicular, y una volumetría vertical remetida que agrega altura sin romper con el perfil del paramento original.

Al centro del predio han permanecido las dos casas patrimoniales —ahora denominadas casa blanca y roja por su color original descubierto durante la restauración— segmentadas en dos unidades duplex con servicios y accesos independientes. Su renovación contempló la rehabilitación integral de la estructura, y la restauración de herrerías, carpinterías, ornamentos en piedra, y tejas de barro. Un proceso que optimizó su vasta interioridad de acuerdo a las expectativas de vivienda contemporáneas, sin alterar su apariencia de valor artístico y volumetría original.

Entre casas y torres se proyectó un generoso jardín que brinda sentido de cohesividad y comunidad al conjunto. Su paisaje, compuesto de aquellos árboles y palmeras oriundos al predio y una paleta complementaria de helechos y alocasias, consigue entramar senderos y accesos peatonales para propiciar un territorio neutro, a la vez privado y compartido, con el potencial de albergar los intereses comunes de los vecinos que habitan el conjunto; y cuya vastedad —que representa el cincuenta porciento del área en planta baja— resulta ideal para cobijar actividades grupales y suscitar encuentros espontáneos. El jardín es, en suma, ámbito de serenidad, silencio e intimidad. Un vallado natural que mitiga la polución, fomenta la resiliencia comunal, y amortigua el roce entre los residentes y la cotidianidad del barrio.

La mayoridad de la nueva densidad del proyecto fue situada en la parte posterior del predio, consiguiendo integrar una serie de torres de entre seis y diez niveles (B, C, D y E), sin irrumpir el ritmo y escala barrial de las calles aledañas. Como grupo, los cuatro edificios comparten una misma morfología que se adapta a diversas alturas en función de su contexto; proyectando las de mayor altura hacía el muro ciego de un alto edificio de telecomunicaciones, y las de menor altura en colindancia con los edificios que conforman el Conjunto Veracruz.

El amplio espaciado entre cada torre fue el resultado de una estrategia bipartita que buscó priorizar el acrecentamiento del área libre en planta baja, y garantizar la continuidad de ventilación y luz natural al extremo norte de la manzana. Solución que por añadidura permitió generar fachadas triples con terrazas hacía el jardín que producen un claro privilegiado de asoleamiento continuo, y vistas del paisaje ajardinado desde cada una de las unidades. En su planta planta baja, cada torre cede un porcentaje de su área de desplante para crear pasajes porticados que suavizan su escala y prolongan el área comunal del jardín. Una serie de espacios híbridos que favorecen recorridos entre áreas techadas y descubiertas para la vivencia del jardín bajo cualquier condición climática.

Finalmente, la sexta y última torre (F) cierra el conjunto con un edificio horizontal, segmentado en tres núcleos que disponen los apartamentos de forma longitudinal para concederles una vista panorámica del jardín. Su fachada hacía la calle Juan de la Barrera reitera un compromiso por una escala sosegada, y remata el perímetro sur con otro acceso peatonal al borde oriente del jardín.

Conjunto Juan de la Barrera asimila el desarrollo impetuoso de la colonia Condesa como oportunidad para articular un diálogo entre patrimonio, paisaje y escala urbana, que sugiere una ruta hacía la redensificación suave de la Ciudad de México. Un manifiesto que resume y progresa la acupuntura urbana como visión fundacional del taller de arquitectura JSa, y perpetúa su pasión por contribuir a la reconversión, rehabilitación y resarcimiento del tejido urbano.

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